miércoles, 1 de abril de 2020

EL HILO ROJO DEL DESTINO


EL HILO ROJO DEL DESTINO LEYENDA JAPONESA



Una de las leyendas de amor más conocidas del pueblo nipon es la que nos habla del hilo rojo del destino, el cual parte de nuestro meñique (el cual es irrigado por la misma arteria que el dedo corazón, algo que terminó por asociar el primero con la transmisión de sentimientos) para atarse al de otra persona a la cual estamos destinados a conocer, manteniendo un profundo vínculo con ellas. Se trata de leyendas que suelen hablan de amores que están predistinados a ocurrir. Aunque existe más de una leyenda basada en este concepto, la más famosa es la que sigue.

Dice la leyenda que hace muchos años, un emperador recibió la noticia de que existía en su reino una poderosa hechicera capaz de ver el hilo rojo del destino. El emperador la mandó traer ante su presencia, solicitando que le ayudara a encontrar a la que debía ser su esposa.

La hechicera aceptó y empezó a seguir dicho hilo, llevando a ambos a un mercado. Allí, la hechicera pararía frente a una plebeya, una campesina pobre que vendía productos en el mercado con su bebé en brazos. Luego, la hechicera le dijo al emperador que allí terminaba su hilo. Sin embargo, y viendo que estaba ante una campesina de gran pobreza, el emperador pensó que la hechicera se estaba burlando y empujó a la campesina, haciendo que su bebé cayera y se hiciera una gran herida en la cabeza. Tras ordenar la ejecución de la hechicera, el emperador volvió al palacio.

Muchos años más tarde y guiado por sus consejeros, el emperador decidió desposar a la hija de uno de los generales más importantes del país, si bien no la vería hasta el día de la boda. Ese día, al verle la cara por primera vez, descubrió que su futura esposa tenía una cicatriz en la cabeza, producto de una caída cuando era bebé. Evidentemente: tal y como la hechicera había pronosticado, la mujer que iba a compartir su vida era el bebé de la campesina.


Esta es una de las leyendas japonesas que hablan sobre el concepto de la predestinación, concretamente aplicado al tema del amor. El mito de la media naranja encuentra en esta historia un reflejo en su versión oriental.

miércoles, 25 de marzo de 2020

EL ESPEJO (Leyenda japonesa)

EL ESPEJO LEYENDA JAPONESA 

Madelyn velasco perez 


Cuenta la leyenda que había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era un samurai, es decir, un caballero: no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida e introvertida a la cual no le gustaba mucho relacionarse socialmente. Cuando por algún motivo,  se encontraba entre extraños, hacia todo lo posible para  pasar inadvertida.
Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo. El buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su humilde casa con su amada familia.
Cuando regresó, obsequió la niña con una muñeca, y a su esposa con un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla y asombro, nunca había visto ninguno. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido :



— ¿Quién es esta mujer?
El marido se puso a reír:
— Pero , ¿cómo?¿No te das cuenta de que este es tu reflejo? Mirate, es tu rostro.
Avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa, aparecía su propia imagen.
Durante muchos años, lo tuvo siempre escondido, guardado a buen recaudo . Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados.
Se hizo mayor, muy mayor, su salud era delicada; frágil como una flor, estaba muy enferma. La enfermedad avanzaba por su cuerpo de forma rápida, veloz y en poco tiempo desmejoró. Solo le quedaba un hilo de vida en su cuerpo y sintiendose próxima a la  muerte,  tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole:
— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás. Después de decir aquello,  expiró.
Desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo. La muchacha , ingenua no dudo jamas que el rostro que veía en la chapa no fuera el de su amada madre ya que esta le había dicho aquello antes de morir. Y así, mañana y tarde, día tras día, hablaba con la imagen convencida de que su madre la escuchaba. Hasta que un día el padre la sorprende murmurandole al espejo palabras de ternura.

— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.
— Miro a mamá. Fíjate: No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente.
Conmovido y enternecido el padre, por la ingenuidad de la niña y el parecido con su esposa,no quiso quitar a su hija la ilusión y le dijo:
— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti.

lunes, 23 de marzo de 2020

Leyenda de sakura

La leyenda del árbol de Sakura; una historia de amor

Madelyn velasco perez



Había una vez…


Hace cientos de años, en el antiguo Japón, la guerra no cesaba de traer ríos de sangre. El país se encontraba triste y desolado. Sin embargo, existía un hermoso bosque que ni la guerra había podido devastar. Estaba lleno de árboles frondosos que dejaban adivinar a lo lejos su exquisita tranquilidad. Este le daba consuelo a los atormentados habitantes del país. Por fuerte que fuese la guerra en curso, nadie se atrevía a perturbar la paz que emanaba de ese bosque.
Sin embargo…

Dentro del bosque había un enorme árbol que parecía muerto, pese a la vida que lo rodeaba. En realidad el árbol no estaba seco ni mucho menos. No obstante, por alguna extraña razón nunca florecía. Sus ramas llenas de hojas vivían durante un tiempo sin que floreciera nunca. Por mucho tiempo el árbol permaneció solo, sin ninguna flor. Los animales le daban la vuelta pues temían que algo pudiera pasarles si se acercaban al árbol. Y no solo eso, alrededor de su tronco la hierba tampoco crecía. El árbol vivía sus días en completa soledad.
Pero un buen día…

Durante un tiempo se convirtió en humano. Sin embargo, decepcionado al ver la guerra a su alrededor decidió convertirse en árbol nuevamente. Los meses pasaron despacio, se convirtieron en años y el árbol no lograba sentir emoción alguna para florecer otra vez. Sin embargo, una tarde, el árbol moría de aburrimiento y decidió convertirse y caminar. En su camino se encontró cerca del río a Sakura, una hermosa jovencita. Impresionado por su belleza, el árbol se acerco a ella. Sakura fue dulce y amable con él, para corresponderle él la ayudó a cargar agua hasta su casa. Tuvieron una agradable conversación sobre muchas cosas. Y fue así como la amistad comenzó.
Todos los días

Sakura y el árbol que se puso a si mismo el nombre humano de Yohiro (que significa esperanza) se veían para platicar, reír, cantar y leer libros con historias maravillosas. Mientras más a fondo conocía Yohiro a Sakura, él sentía la necesidad de permanecer a su lado. Un día, Yohiro le confesó su amor a Sakura, y tras esa confesión le mostró quién era en realidad. Ella quedó muy impresionada y por unos minutos guardó silencio. Al final, ella sabía que no podía dejar de ver al árbol pues lo amaba demasiado. Pasaron los años y el plazo de los 20 años llegó por fin. Sakura le confeso su amor al árbol. En ese momento, el hada conmovida llegó a su encuentro y le ofreció a Sakura fundirse con Yohiro en forma de árbol.

Y entonces floreció…

Ella miro a su alrededor por unos segundos y con mucho amor accedió a fundirse con su amado. Fue así que el milagro se hizo. Al instante, en el centro del bosque el hermoso árbol de Sakura comenzó a florecer. Dejando ver el amor de ambos en cada uno de los pétalos de las flores. El árbol se quedó con el nombre de Sakura, que significa “flor de cerezo”. Desde entonces, el amor de ambos perfuma los campos de Japón.